Concientización
Según estudios de la Unesco, uno de cada tres niños sufre acoso en la escuela a nivel
mundial (Unesco, 2019). El bullying puede definirse como como aquella forma de maltrato o agresión de manera intencionada y repetida que sucede sin justificación de uno o más estudiantes contra otro u otros. Hablamos de una problemática grave y frecuente que afecta los vínculos en la infancia y la adolescencia. Implica distintos tipos de violencia entre pares, afectando su salud.
En Argentina, 4 de cada 10 estudiantes secundarios admite haber padecido acoso escolar, mientras que 1 de cada 5 dice sufrir burlas de manera habitual. Estas cifras hacen que nuestro país, lamentablemente, ocupe el primer lugar entre los demás países de la región (Unesco, 2018).
Se ha comprobado, que las víctimas de bullying (y muchas veces también los victimarios) se ven afectados en su capacidad y calidad de aprendizajes y esto tiene lógica cuando
pensamos en la situación por la que atraviesa un alumno o alumna cuando tiene miedo de ir a la escuela o de lo que allí puede sucederle.
Los estudiantes que sufren con frecuencia de hostigamiento escolar son casi tres veces más propensos a sentirse como extraños en la escuela y tienen más del doble de posibilidades de faltar a clase que aquellos que no sufren bullying. Obtienen peores resultados educativos que sus compañeros y también más probabilidades de abandonar la educación formal después de terminar la escuela secundaria.
Según el Banco Mundial, la violencia escolar y la intimidación afectan tanto a los alumnos
como a las alumnas.
La escuela tiene que ser un lugar seguro y la experiencia o proceso de aprendizaje darse con alegría. Por ello, la escuela debe ser un lugar libre de violencia y para ello es necesario que se hable de bullying, que se gestionen procesos para combatirlo.
No se puede considerar como natural que un niño o niña sufra violencia en el mismo banco, donde él o ella solo quiere aprender, crecer y ser feliz.
La violencia es mayormente una conducta aprendida y se puede prevenir, intervenir y desaprender y esto debe alentarnos en la búsqueda de propuestas para combatirla. Las situaciones de acoso entre escolares suceden entre niños, niñas y adolescentes, sin embargo, somos los adultos los que debemos usar todas nuestras capacidades para prevenirlas. Es por ello que la prevención está vinculada a nuestras propias conductas. ¿Qué podemos esperar de nuestros hijos e hijas o alumnos y alumnas si ejercemos violencia, falta de respeto o no motivamos el dialogo y la confianza?
Por otro lado, cuando observamos situaciones que nos dan indicios de que estamos frente a hechos de bullying, no podemos invisibilizarlas. No podemos quedarnos de brazos cruzados. Es entre todos, en nuestros hogares y en la escuela, que podemos construir una sociedad donde el respeto, el dialogo, el amor, la confianza y la diversidad sean protagonistas.