Yo, Disléxica
El camino de una madre
Desde su infancia, la autora sintió una fuerte conexión con los niños y siempre quiso ser madre. Sin embargo, la experiencia de la maternidad resultó ser mucho más desafiante y transformadora de lo que imaginaba. Sus hijos, Simón y Teo, le mostraron un camino lleno de aprendizajes, especialmente al enfrentar la dislexia, una dificultad que en su momento no era ampliamente conocida ni comprendida.
“Ser mamá es el acto más generoso en la vida de una mujer.”
La escolaridad
Desde que sus hijos comenzaron la escuela, la autora enfrentó constantes desafíos en el sistema educativo. Desde la sala de tres años, recibía llamados de docentes preocupados por su desempeño, pero sin soluciones concretas.
“Cambié muchas veces de jardín y colegio para que mis hijos ‘estén mejor’ porque muchas veces sentí que los excluían, que no encajaban y que esos jardines y colegios ‘no eran para ellos’.”
Cuestiona la falta de capacitación docente en Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA), como la dislexia, y la ausencia de adaptaciones en el aula para estos estudiantes.
“Un disléxico no tiene que ir a una escuela especial. Pero necesita que la escuela le garantice determinadas adaptaciones para aprender y tener derecho a educarse al igual que sus compañeros.”
Diagnóstico
El primer diagnóstico llegó cuando Simón tenía ocho años, después de muchas consultas médicas y psicológicas. Inicialmente, la autora evitaba buscar una respuesta, guiándose por su instinto y temiendo enfrentar la realidad.
“Consultar me daba mucho miedo, creía que lo correcto era guiarme por mi instinto. Era una forma de negar claramente.”
Con el tiempo comprendió que el diagnóstico fue una herramienta clave para ayudar a su hijo y darle acceso a estrategias adecuadas.
“Con el tiempo me di cuenta que lo mejor que podía haberme pasado fue tener el diagnóstico. Es el inicio de un proceso para tener herramientas y atravesar la problemática de forma más sencilla.”
Ser disléxico
La dislexia afecta a entre un 10% y un 15% de la población, pero muchas personas nunca reciben un diagnóstico adecuado. Es un trastorno del aprendizaje que no está relacionado con déficits físicos, psíquicos o socioculturales, sino con una alteración en el neurodesarrollo.
“La dislexia es mucho más que tener dificultades en la lectura y en la escritura.”
Cada caso es único y los síntomas pueden variar ampliamente. En su proceso, la autora tuvo la oportunidad de conocer a expertos como Gustavo Abichacra y Rufina Pearson, quienes le brindaron información valiosa para entender mejor la dislexia y compartir su conocimiento con otros.
Yo, disléxica
Desde niña, la autora enfrentó dificultades en la escuela, donde la etiquetaban despectivamente como “la burra”. Esto afectó su autoestima y la llevó a desarrollar estrategias para sobrellevar la situación, como copiarse en los exámenes.
Nunca sospechó que ella misma podría ser disléxica hasta que, años después, Rufina Pearson le sugirió hacerse un test.
“‘¿Yo, disléxica?’ Le dije a Rufina Pearson cuando me propuso hacerme el test. Y así fue: yo soy disléxica.”
El diagnóstico le permitió comprender su propia historia y empatizar aún más con sus hijos.
“La dislexia no es ‘cosa de chicos’ y tampoco se va con el tiempo, es una condición y como tal es para toda la vida.”
Vínculos sin bullying
El bullying es una problemática que afecta a muchos niños, y la dislexia suele ser un motivo de burla dentro del ámbito escolar.
“Hoy, según los últimos informes, 7 de cada 10 chicos sufren algún tipo de acoso en nuestro país.”
Su historia personal, sumada a su deseo de justicia, la llevó a crear el perfil de Instagram @vinculossinbullying en 2020, donde concientiza sobre la importancia de una educación inclusiva y libre de acoso.
“Lo que no se dice no se sabe, y si bien hay muchísimos especialistas de gran calidad que hablan de bullying, yo lo hago desde mi lugar de mamá.”
Mi Ikigai
El concepto japonés de ikigai se refiere a la razón de vivir o aquello que le da sentido a la vida.
“El camino de la dislexia de mis hijos y enterarme de mi propia dislexia se convirtieron en mi ikigai.”
Más allá de ayudar a su familia, sintió la necesidad de apoyar a otras madres que, como ella, enfrentan el miedo y la incertidumbre de no saber cómo acompañar a sus hijos en el sistema educativo.
“Es por todos pensé. Es por los que no tienen herramientas. Es para las madres que tienen miedo y para las que se sienten solas.”
Con este compromiso, la autora busca visibilizar la dislexia y otras dificultades de aprendizaje, promoviendo una educación más inclusiva y equitativa.

